En esta ocasión nos reunimos con Antonio Javier Ambrós Ayala, que se encuentra al frente de la empresa Agrodecor, especializada en servicios de jardinería, alojada en el Centro Vivero de Empresas y que realiza trabajos de diseño y mantenimiento de jardines, venta de plantas por encargo, instalación de riego automático, podas en altura y, en general, todo lo relacionado con la jardinería.

¿Cómo surge la idea de crear este tipo de negocio y cuáles fueron las causas que te animaron a emprender? 
Como consecuencia de la crisis pasé a engrosar la lista de desempleados. En ese momento pensé que era el momento de hacer algo y como la Jardinería ha sido un tema que siempre me ha gustado, decidí dedicarme a este sector.
¿Recibiste formación anterior y has seguido formándote una vez empezaste tu negocio?
Empecé formándome con distintos tipos de cursos, como los de poda y de vivero. Una vez montada la empresa, decidí cursar un grado de Formación Profesional en Jardinería. 
Creo que es fundamental seguir formándose para poder ofrecer al cliente el mejor servicio. En esta línea, estamos en continuo reciclaje, ya que cada vez que nos enteramos de algún curso interesante, intentamos hacerlo. 
A menudo, nos desplazamos a Málaga para realizar cursos con la Asociación Española de Arboricultura: cursos de trepa, de poda, de poda en altura, de biología de las palmeras y todos los que estén relacionados con nuestro trabajo. Son cursos oficiales y especializados que nos vienen muy bien para seguir evolucionando y atender las necesidades del mercado.
¿Qué cualidades crees que debe tener un emprendedor?
Hay mucha gente que prefiere trabajar por cuenta ajena o ser funcionario. Pero es fundamental creer en tu proyecto si decides emprender. Si consideras que merece la pena, tienes que intentarlo y seguir adelante, ya que “el que no arriesga, no gana”.
En tu experiencia como emprendedor, ¿cuál ha sido el mayor obstáculo que te has encontrado y la mayor ayuda?
El mayor obstáculo que he encontrado ha sido la burocracia a la hora de gestionar toda la documentación para poner en marcha mi negocio, pero también, la competencia desleal que existe en esta ciudad, que hace que la gente no esté dispuesta a pagarte lo que realmente vale tu trabajo.
Respecto a la mayor ayuda, la he encontrado tanto por parte de Proyecto Melilla y, sobre todo, del personal del departamento del Centro Vivero de Empresas, como de mi asesoría, que me permite poder centrarme en mi trabajo, delegando en ella todo lo relacionado con la administración del negocio.
¿Cómo conociste nuestro proyecto del Centro Vivero de Empresas?
A través de un amigo que me comentó que Proyecto Melilla ayudaba a los emprendedores y una de esas ayudas era a través de los locales y naves del Centro Vivero de Empresas.
¿Consideras que esta iniciativa es una oportunidad para los emprendedores de la ciudad?
Yo creo que es una buena iniciativa para quien quiera empezar un proyecto empresarial. A mí me ha servido mucho y estoy muy contento porque dispones de un lugar donde puedes realizar tu trabajo.
¿Qué supone para tu negocio formar parte del Centro Vivero de Empresas?
El pertenecer a un espacio de estas características es muy positivo, pues te encuentras con otras empresas que están empezando. Por otro lado, hay conectividad entre las distintas empresas, por ejemplo, yo recibo en mi establecimiento a personas que vienen a visitar otros. También, aunque no en mi caso, algunas empresas colaboran con otras en temas puntuales, en definitiva, hay compenetración.
¿De los servicios prestados en este espacio, cuál es el que más valoras?
La posibilidad de disponer de un espacio a un buen precio, es la razón principal, sobre todo comparándolo con los precios de los locales en la ciudad. Se paga una renta considerable, que va aumentando conforme pasan los años, pero también es normal, aunque no podemos olvidar otras prestaciones como el servicio de agua, de vigilancia, etc.
¿Cómo afrontas tu futuro fuera de los espacios del Centro Vivero de Empresas?
Pues en mi caso es complicado, ya que es muy difícil encontrar un espacio diáfano y de dimensiones considerables que me permita trabajar en condiciones y a buen precio. Pero cuando llegue el momento, tendré que buscarlo.